miércoles, 18 de enero de 2012

Vida y Figura de Jesús de Nazaret

Jesús nació en Belén, y era hijo de José, un modesto carpintero de Nazaret, y de María.
Cuando nació, según mandaba la ley judía, el niño fue circuncidado y llevado al templo para ser presentado. Allí, el anciano Simeón le reconoció como el Mesías prometido.
A los doce años, Jesús acudió al templo de Jerusalén con motivo de la celebración de la Pascua judía,y estuvo discutiendo con los sabios de la ley durante tres días. Estos quedaron asombrados por sus conocimientos.
Este episodio de la visita de Jesús al Templo es la última página conocida de los relatos sobre su adolescencia.
Al cumplir 30 años, se retiró al desierto durante 40 días para meditar, ayunar y hacer penitencia; después, inició su vida de predicación.
Eligió a 12 seguidores para que le acompañaban en sus caminos y predicaciones, y para que dieran testimonios de los milagros que hacía.
Como los judíos estaban bajo dominación romana y esperaban la llegada del liberador, algunos creyeron que Jesús era el Mesías esperado.
Por eso le pusieron el sobrenombre de Salvador y Rey de los judíos.
Pero él solo quería liberar del pecado: era un liberador moral y no un liberador político.

Jesús de Nazaret:
Película completa de Jesús de Nazaret:

miércoles, 11 de enero de 2012

Tema 3 El Cristianismo

                                        Cristianismo
-Definicion:
El cristianismo es el nombre con que es conocida la santa religión fundada por Jesús, que tuvo por cuna la ciudad de Jerusalén, en Judea, en tiempos del emperador Tiberio.
-Esencia del Cristianismo:
En los Evangelios, en las epístolas de San Pablo y en los escritos de los demás apóstoles es donde hemos de ir a buscar la esencia del Cristianismo. Y en tales documentos lo primero que salta a la vista es la dignidad superior, trascendental y divina de Jesucristo. Él es el Mesías anunciado por los profetas, el enviado de Dios a los hombres, el plenipotenciario divino, Hijo de Dios y Dios con el Padre. Y es el propio Jesús quien se aplica a sí mismo las profecías antiguas y confirma su personalidad trascendente de mandatario divino y de Hijo de Dios con estupendos milagros.
Juan el Bautista envió a dos de sus discípulos a preguntarle "¿Eres tú el Mesías que ha de venir, o debemos esperar a otro?" Y Jesús cura, en aquel momento, a algunos ciegos y da libertad a algunos posesos, y les responde con estas palabras que pertenecen al profeta Isaías, citadas casi al pie de la letra: "Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: cómo los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se predica el Evangelio a los pobres" (Evangelio de Mateo, XI, 4-5). "Para que crea el mundo que tú me has enviado" -dice a su Padre, al resucitar al Lázaro."Padre mío", es la frase que emplea siempre hablando con Dios, y "Padre Nuestro" es como nos enseña a rezar nosotros. "Para que seáis hijos del Padre celestial" - nos dice, animándonos a ser misericordiosos.
Él, en cambio, es el Hijo de Dios, a quien sólo el Padre conoce (Mateo, VI, 9 y XI, 27). Legisla en nombre propio, aun contraponiéndose a la legislación del Sinaí, en su Sermón de la Montaña:"Se dijo a los antiguos... Mas yo os digo a vosotros (Ego autem dico vobis)(Mateo, Véase passim).
Tiene autoridad para perdonar los pecados:"Para que veáis, pues, que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar los pecados, levántate y anda" - dice al paralítico. Y este mismo poder lo delega en sus discípulos más adelante: "A quienes perdonéis vosotros los pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retuviéreis vosotros, les serán retenidos"(Juan, XX, 23).
Con esta personalidad y con estos poderes, expone y promulga su nueva Ley, su gran Evangelio: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos."(Mateo, V, 4-10)
Expone la partenidad compasiva y afectuosa de Dios respecto del hombre y nuestras relaciones filiales con Él, a base de fe y de confianza: "No habléis mucho en la oración; que ya sabe vuestro Padre celestial lo que habéis menester, aun antes de que vayáis a pedírselo. Decidle así: Padre nuestro, que estás en los cielos..."(Mateo, VI, 7-18). Y pedidle con toda confianza: "Si vosotros, siendo malos, sabéis dar vuestras cosas a los hijos, ¿cuánto más no dará las suyas el Padre Celestial a todos vosotros, si se las pidiéreis?" (Mateo, VII, 11). Y respecto al pecador representado en el hijo pródigo, nos presenta en la parábola al Padre celestial, saludándole al regreso, abriéndole sus brazos y estrechándole en ellos entre besos y lágrimas y preparando un banquete para celebrar el retorno (Lucas, XV). "En verdad, en verdad os digo: más fiesta habrá en el cielo por la vuelta de un pecador que se arrepiente, que por la persistencia en el bien de noventa y nueve justos que no tienen por qué arrepentirse"(Lucas, XV, 7). Pero, eso sí, con tal de que nosotros perdonemos las ofensas que nos hicieren: "Porque si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados"(Mateo, VI, 15). "Sed misericordiosos, como vuestro Padre celestial es misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y se os perdonará; dad y se os dará. Porque con la misma medida con que midiereis vosotros, se medirá después para vosotros"(Mateo, VII, 36-39). Y en su última cena expone en forma alegórica las relaciones recíprocas entre Él y sus discípulos: "Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. Quien permanece unido a mí, en forma que yo esté en él, ése dará mucho fruto. Quien no permaneciere en mí, será arrojado fuera, como los sarmientos inútiles, y se secará, y lo cogerán en manojos y lo arrojarán al fuego para quemarlo". (Juan, XV, 1-12).
Durante tres años de vida pública había ido preparando Jesús un grupo de discípulos predilectos que habían de ser, después de su sacrificio, los continuadores de su obra. A estos discípulos había de encomendar la custodia de su doctrina, y especialmente a Simón, llamado después Pedro, a quien se dirige con estas palabras: "Yo te digo que tú eres Pedro (piedra) y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que tú atares en la tierra, atado quedará en el cielo, y lo que desatares en la tierra, desatado quedará en el cielo"(Mateo, XVI, 18-20). Y después de su resurreción, junto al lago Tiberíades, entrega ya a Pedro, luego de una triple declaración de amor por parte de éste, los poderes sobre el rebaño de Cristo: "Apacienta mis corderos", "Apacienta mis ovejas" (Juan, XXI, 15-18). Y en el instante de su ascención al cielo, dice a los que desde ese momento serán sus apóstoles o enviados: "Como mi Padre me envió a mí, así yo os envío a vosotros. Id, pues, por todo el mundo y predicad el Evangelio a todas las gentes. Quien creyere y fuere bautizado, se salvará; quien no creyere, será condenado"(Mateo, XVI, 15-16). Con estas palabras, Jesús constituye la Iglesia Católica.
-Expansión del Cristianismo:
A consecuencia de un sermón de San Pedro el día de Pentecostés, se convirtieron a la fe tres mil judíos en Jerusalén, número que poco más tarde se elevó a cinco mil. Después de la muerte de San Esteban y de la persecución de que fueron objeto los discípulos de Jesús, éstos se esparcieron por todas partes, predicando el Evangelio del Maestro. Los viajes de San Pablo llevaron el cristianismo a Chipre, Asia Menor, Macedonia, Grecia, Iliria y otras regiones; más tarde lo predicó en España y se cree que también en la Galia Narbonense. San Pedro lo predicó en Roma. En el año 179 escribía Tertuliano: "Somos el ayer y hemos llenado todas vuestras casas, las ciudades, las islas, los castillos, los municipios, los conciliábulos, los campamentos mismos, las tribus, las decurias, el senado, el foro; sólo os dejamos los templos". Estas frases del apasionado apologista, escritas cuando la nueva doctrina no tenía aún dos siglos de existencia, son como un preludio augural del gran desarrollo y expansión que en los siglos sucesivos iba a adquirir el cristanismo.
-Influencia del Cristianismo en la civilización:
En medio del frío escepticismo filosófico, de la incredulidad religiosa, de la relajación de las costumbres y del afán de ritos exóticos en que se debatía la sociedad pagana cuando aparece Jesús, surge la religión cristiana que, como saludable rocío del cielo, pronto iba a dar opimos frutos entre las almas ansiosas de perfección. El cristianismo transformó, por así decirlo, la conciencia y el corazón de los hombres. La persona humana redimida adquiere a los ojos del cristianismo un precio incomparable, que junto con la enseñanza de la comunidad de origen y destino de todos los hombres, contribuyó a grabar y propagar los principios esenciales de libertad e igualdad. Desde el instante en que el hombre aparece como criatura predilecta de Dios, dotada de alma inmortal, no es ya posible admitir lo que constitutía uno de los puntales de la sociedad pagana: la posesión del esclavo, de un hombre por otro hombre. El cristianismo abre a éste horizontes insospechados y hace que el ser humano ame al prójimo como a sí mismo y descubra en el amor de Dios la razón de poder sacrificar su propia vida en bien de los demás. La formación de la familia, tal como se conoce en las modernas sociedades, es también obra del cristianismo, y de la cual ha hecho éste el núcleo básico, la célula primordial e indestructible de la sociedad civil.
-Herejias:
Apenas nacido el cristianismo aparecieron en su seno diferentes escuelas que pretendieron dar interpretaciones diversas a la doctrinas de Jesucristo y de sus discípulos. Entre las principales de los primeros siglos mencionaremos el gnosticismo, el montanismo, el arrianismo, el eutiquianismo, el pelagianismo, el maniqueísmo, etc., que fueron sucesivamente condenadas como heréticas por la Iglesia Católica, intérprete infalible de las doctrinas de Jesucristo.
-Notas:
Gnosticismo: Doctrina filosófico-religiosa de los primeros siglos de la Iglesia, mezcla de la cristiana con creencias orientales y judaicas, que pretendía tener un conocimiento intuitivo y misterioso de las cosas divinas. Se dividió en varias sectas.
Montanismo: Herejía de Montano, heresiarca del siglo II, que aseguraba haber sido enviado por Dios para perfeccionar la religión y la moral. § Montano: Hereje frigio muerto en 212. Fundó la secta de los montanistas.
Arrianismo: Herejía de los arrianos. § Arriano: Dícese de los heresiarcas sectarios de Arrio, el cual enseñaba que el verbo o Hijo de Dios no es consubstancial al Padre. § Arrio: Obispo de Alejandría (280-336) que negó la consbunstancial e igualdad de las tres personas de la Santísima Trinidad. Dio origen a la herejía del arrianismo, que fue condenda en el Concilio de Nicea, formulándose al efecto el Credo cristiano.
Eutiquianismo: Doctrina y secta de los eutiquianos.§ Eutiques: Heresiarca giergo, nacido hacia 378. Consagrado desde su juventud a la vida monástica, fue acusado de herejía al negar la doble naturaleza de Cristo y su consbunstancialidad con el hombre. Sus doctrinas, condenadas por el concilio de Calcedonia, se propagaron bajo diferentes formas y aún hoy las profesan muchos cristianos orientales.
Pelagianismo: Secta de Pelagio § Pelagiano: Sectario de Pelagio, heresiarca del siglo V, quien negaba que el pecado de Adán se hubiera transmitido a sus descendientes. § Pelagio: Hereje inglés (360-420), negaba el pecado original y la necesidad de la gracia, y sostenía que basta con el libre albedrío para lograr la salvación.
Maniqueísmo: Secta de los maniqueos. § Maniqueo: adj.Aplícase al que sigue las doctrinas de Maniqueo o Manes, quien admitía, dos principios creadores, uno para el bien, otro para el mal. § Maniqueo: Biog. Heresiarca babilonio del siglo III de nuestra era. En el año 242, durante la coronación del rey Sapor I, se presentó como apóstol del verdadero Dios y dio a conocer sus doctrinas, que propagó después con discursos y escritos que se extendieron por diversos pueblos de Oriente, en pugna con el Cristianismo. Ganó muchos prosélitos con la promesa de una sabiduría superior y con sus prácticas misteriosas. Por orden de Bahram I, fue crucificado en 276.

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